domingo, 28 de abril de 2013

¡Joder!

Ven. Acércate. Escucha. ¿Oyes algo?  No, ¿verdad? Es esa penumbra, ese enorme salto, que se desmenuza, con el silencio que nosotros mismos hemos creado con templanza, con los más tiernos besos, que nuestra soledad nunca alcanza. Es el sonido de la confianza, sí, de la confianza que nos da el tiempo. Ese silencio no importa. Jamás importará, si es por confianza. La confianza de estar el uno con el otro en silencio sin preocuparnos nada más que de escucharnos decir nada. Mirándonos, en la cama. En el sofá. En un césped comiendo un bocadillo. En un acantilado del Cantábrico. Donde sea. Qué más da. Tú mismo lo dijiste: somos momentos que nunca se irán. Jamás se irán.
Si tenemos dudas, inseguridades, bastará con preguntar. Complacerá una respuesta. La respuesta será siempre creída y volverá el silencio. El silencio que no importa si es por confianza. Y si hay para hablar, hablaremos. Joderemos al mundo con mil conversaciones.
Echemos de menos aquellas despedidas en exámenes que nos dolían como puñales. Echemos de menos los primeros pasos juntos, los primeros cafés, las primeras comidas, los primeros besos. Esa ternura, esa fuerza inicial es imprescindible para lograr localizarnos ahora y más adelante en dos universos distintos pero fuertemente unidos por una galaxia común. Por un duro pero precioso paseo hacia el conocimiento y crecimiento personal, individual y como pareja. Ese crecimiento que estamos experimentando el uno en el otro. ¡Y que seguiremos haciendo, maldita sea! ¡Es profundamente cojonudo! ¿ No lo sientes? ¡Es jodidamente humano, irracional y precioso!.
¡Joder! ¡Te quiero tanto, joder!